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miércoles, 16 de febrero de 2011

LA ROMÁNTICA FIESTA DE LAS ESTRELLAS DE TANABATA



No abundan en la mitología japonesa los episodios de las estrellas. Uno de ellos, que de hecho es la versión de un mito procedente de china, gira en torno a la creación de la Vía Láctea y se conmemora en la fiesta de Tanabata, que se celebra todos los años el 7 de julio.
Este romántico episodio tiene como protagonista un robusto pastor que se enamoro de una hermosa hilandera, que era en realidad una diosa. En la versión japonesa, el padre de la joven era el dios del Cielo, a quien degustaban tanto sus flirteos que acabo llevándosela consigo a sus dominios celestiales. Pero su amantísimo pastor la siguió y entonces el padre de la joven creo el gran rió celeste de la Vía Láctea para impedir el paso del amante de su hija. El amor que este sentía era sin embargo tal que al final el dios que ceder y permitir que los dos amantes pudieran cruzar el rió a trabes de un puente formado por unas urracas y encontrase una vez al año, en concreto el séptimo día del séptimo mes, para de ese modo pasar juntos una noche.
La joven hilandera se llamaba Tanabata y se la asocio con le constelación que los japoneses conocen con dicho nombre y los occidentales como Vega, en la constelación de Lira. En la noche de Tanabata, las mujeres y los hombres que celebran esta fiesta colgaban tiras de papel y algodón de las ramas de los árboles; en los papelitos habían escrito previamente poemas sobre los amantes del cielo o peticiones de índole amorosa. Asimismo, vertían agua en un plato poco profundo y observaban el reflejo de las estrellas en el agua para, a continuación, dejar caer unas cuantas hojas de kaji en el recipiente e interpretar a partir de los movimientos del agua y de las hojas la suerte que les aguardaba en el amor.

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