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miércoles, 16 de febrero de 2011

LOS REFLEJOS DE LA PERFECCIÓN



Los espejos de los santuarios sintoístas constituyen uno de los tres símbolos importantes del sintoísmo junto con el collar y la espada. Según reza la tradición, el espejo que se utilizo para hacer salir a Amaterasu de la cueva es el mismo que se venera en el templo principal que tiene la diosa Ise, en la provincia de Mie.
La superficie pulida del espejo así como la perfección de las imágenes simbolizan todo un ideal para los sintoístas en tanto que les insta a aclarar las nubes distorsionadas de la pasión que empeñan la mente y el corazón, de manera que lleguen a presentar ante los dioses una imagen perfecta del alma.
En el Kojiki podemos leer como el mismo Izanagi entrega el espejo a sus hijos divinos con la orden expresa de contemplarse en el todas las mañanas y todas las noches; sin fijan su mente en lo celestial y lo puro al hacer frente a sus debilidades, les dice, verán en el reflejada su conciencia en estado puro.
Se decía que el espejo reflejaba lo más profundo del alma de su dueño. En un celebre mito, una madre a punto de morir entrego un espejo a una hija que la había cuidado durante una larga enfermedad que la había acabado desfigurando el rostro. Dicho espejo había sido un regalo de bodas del marido ya fallecido de su madre, esto es, el padre de la joven, y cada vez que esta se miraba en el se reconfortaba al ver reflejado el rostro de su madre, o así lo creía ella, con la juventud y la hermosura que un día tuvo.

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