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miércoles, 16 de febrero de 2011

LA PRINCESA KONG-JO (2ºparte)



Kong-jo sugirió que khri-tsun levantara un gran templo en medio de lago cerca de lhasa, que, junto otras medidas de protección, podría, al principio, quedar lleno de tierra. Esto enfureció a la celosa reina khri-tsun, que pidió al rey permiso para construir 108 templos budistas donde ella quisiera.
Se cavaron los cimientos y se pusieron las piedras, aunque no importaba cuanto construyese al día, los malignos seres de la tierra lo destruyan el trabajo por la noche. Desesperada, khri-tsun consulto a kong-jo pues sabia que sus conocimientos de feng shiu resorbieran la situación de punto muerto. Kong-jo volvió a dar loa solución, que suponía rellenar de tierra el lago, lo que permitiría la construcción del gran templo de lhasa. Khri-tsun no entendió bien las instrucciones y cuando intento rellenar el rió lo embarro todo. Esto confirmo la secreta sospecha de la reinada que kong-jo la estaba engañando.
La reina explico sus problemas al rey, quien la consoló. Con su adivinación, vio que si se podía construir un templo cerca del lago. Así que rey y reina viajaron al lago y el rey, tras quitarse un anillo del dedo, le dijo a khri-tsun que levantara un templo donde cayera su anillo. La joya bolo por el aire, reboto en la silla de la reina y cayo al lago. Khri-tsun estaba consternada y el rey prometió ayudarla. Trabajaron juntos, pero lo construido de día, de nuevo, se derrumbaba de noche.
Al ver lustrados, una y otra vez, todos y cada uno de los intentos de construcción, el desilusionado rey se repensó el plan de kong-jo. Tras reflexionar con detenimiento sobre la cuestión comprendió que estaba haciendo exactamente la malvada diablesa srinmo. Cuando la diablesa agitaba las pierna, los templos recién construidos se venían abajo. El rey tomo la firme determinación de construir 12 templos budistas en total. Se le ocurrió utilizar la técnica de inmovilizar a la diablesa por las manos, los pies, las rodillas, los codos, los hombros y las caderas.
Estos templos budistas se construyeron en toda la extensión del reino tibetano y, al final, ambas reinas, khri-tsun y kong-jo, consiguieron levantar sus tan anheladas pagodas. La valiosa y venerada estatuilla del buda sakyamuni, también conoció cabo Joao rinpoche, tuvo finalmente su lugar en el gran templo de lhasa: el monasterio de jokhang. Al final, la compasión infinita de las enseñanzas espirituales de buda emano del país de las nieves.

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